"Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo". 2 Timoteo 2:19 (VRV1960)

lunes, 17 de enero de 2011

El Edicto de Saint-Germain


Un día semejante al día de hoy (por lo menos en su datación: 17 de enero), hace 448 años atrás; la reina consorte de Francia, Catalina de Médicis, quien recientemente  había pasado a ser Reina Regente de Francia, debido a la muerte de su Esposo Enrique II, promulga un edicto esperado con ansias por aquellos que anhelaban la libertad de conciencia y de Religión. Después de unas incomodas guerras entre los bandos políticos de los Católicos Romanos Franceses ("La Santa Liga de París") y de los Hugonotes (Protestantes Franceses); este edicto parece ser el fin esperado de tales riñas molestas: El Edicto de Saint Germain. Catalina de Médicis, con el aparente propósito de acabar con las guerras de Religión, concede a los Hugonotes algunos de sus derechos, como el poder celebrar cultos religiosos de carácter privado en las ciudades y de carácter público en los suburbios de Francia (Los conocidos arrabales Europeos de aquellas épocas). Tales libertades significaban para aquellos Protestantes  devotos, un completo descanso, pues seguirían haciendo lo que era habitual para ellos (reunirse ocultamente), pero sin el peligro de persecución por tales celebraciones. 
Más gran parte de estos Protestantes no eran simplemente fieles cristianos adheridos a las doctrinas de la Reforma; sino que eran nobles Franceses que veían en el Protestantismo, el camino para que su nación fuera liberada de la lealtad a Roma (lo que significaba; lealtad religiosa, lealtad política y lealtad económica ); tales nobles, si, abrazaron con esperanza tal edicto, pero sabían que este no era suficiente; Si debían reunirse en secreto, ¿Que pasaría con los nobles?, ¿podrían seguir en sus cargos de poder público y a la vez sostener su fe?, la respuesta era obvia, era una rotunda negativa a tales ideales de libertad.
Sumado a esto, el bando Católico veía en tal edicto el inicio de unas libertades "no convenientes", tanto para "Su Majareta", como para "Su Santidad", puesto que sus intereses de recuperar la hegemonía religiosa que Sufría la Edad Media, estaban en riesgo. Este como se suponía, no resultó el inicio de la paz anhelada, sino que desemboco en lo que se conoce como las Guerras de Religión en Francia; guerras sangrientas y llenas de masacres sin fin.
Estas Guerras de Religión serían celebres no solo por sus sangrientos sucesos; tales como la Matanza de San Bartolomé, en la cual se asesinaron gran parte de los partidarios Hugonotes, (incluyendo los nobles quienes fueron el blanco de la masacre, siendo sacados de sus casas, para ser asesinados en las calles)  sino también por sus caricaturescos momentos como la "conversión" de Enrique IV al Catolicismo Romano, luego de haber defendido vigorosamente el bando de los Hugonotes; pues el sería el indicado para heredar la corona, pero era imposible hacerlo siendo Protestante. De el se conoce la famosa frase: "París, bien vale una misa". 

Estos hechos históricos tal vez no lleguen a ser objeto de estudio martiriológico, pero si constituyen hechos que avergüenzan a la Cristiandad entera. Aunque debemos observar tales sucesos con la objetividad histórica que se merecen, contemplando que la responsabilidad de tales guerras no caen principalmente en la Religión Cristiana, sino en el anhelo de libertad y el sentimiento de nacionalismo que provocaban la Reforma protestante, al liberar de la opresión Romana a los pueblos que abrazaban la Fe de los Reformadores; no debemos olvidar lo que significa luchar por un ideal, pues toda defensa de los ideales, conlleva a una guerra, la cual puede resultar desastrosa (De ahí que Goya presente su tesis visual, de que "El sueño de la razón produce monstruos" ). Dios permita que la Iglesia no desconozca su historia; sus victorias en ella, sus derrotas y sus vergüenzas; pues bien se ha dicho que si ignoramos la historia estamos condenados a repetirla .

Conceda El Señor a Su iglesia luchar no con las armas de este mundo, sino con el poder de Dios, con las fuerzas de Su Espíritu Santo a quien nadie puede Resistir.  

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