"Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo". 2 Timoteo 2:19 (VRV1960)

martes, 18 de enero de 2011

Meditación. 1 Pedro 1.

"Escogidos, según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: gracia y paz os sean multiplicadas." 1 Pedro 1:2.

¿Alguna vez nos hemos detenido a contemplar el hecho de nuestra Salvación?, ¿alguna vez hemos alabado, exaltado, agradecido a Dios por su misericordia, por la maravilla de su gracia?. 

La Elección de Dios es un motivo para hacerlo; ¿Como es que Dios, el único justo, el Santo Creador del universo, nos ha escogido a nosotros, siendo totalmente depravados, inútiles y por naturaleza aborrecedores de Dios?; definitivamente no hay nada que el Cristiano pueda admirar y contemplar mas que el gran Amor de Dios, manifestado en Su Gracia para con los pecadores, para con su pueblo, es justamente esta gracia la que ha motivado a tantos poetas y compositores a elevar excelsas alabanzas al Salvador, tal como lo hizo el pastor e himnista inglés John Newton, después de haberse maravillado por la Increíble Gracia del Señor, que aunque él (Newton), habiendo sido un mercader de esclavos, opresor de ellos; recibe la Gracia de Dios para Salvación, siendo él mismo un esclavo del pecado y de la muerte, siendo él, merecedor de tal esclavitud (no como aquellos a los que el esclavizaba, a quienes era justo liberar); aun con todos estos pecados que tenían nombres propios, o mas bien tenían marcas, marcas de animales, sobre seres humanos; El Señor le había escogido para vida Eterna; pero no solo esto, pues este pasaje de la Escritura (1 pedro 1); nos muestra que la elección de Dios según su presciencia, es para obediencia de la fe, en la Santificación del Espíritu Santo. El Apóstol pedro nos muestra que la elección de Dios, no es una elección sin fruto, sino que por el contrario produce en el recipiente de la elección un cambio entero para el arrepentimiento, la obediencia de la fe y la novedad de vida (santificación), este es el sello del Cristiano, el fruto que el Espíritu Santo obra en cada creyente, pues como San Juan también lo proclama: "Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido." 1 Juan 3:6. Esto precisamente fue lo que sucedió, en aquel inglés del siglo XVIII, pues no solo fue un convencimiento de sus pecados, un claro convencimiento de que sus pecados eran tan horribles que merecían el castigo eterno, como el mismo lo confesaría: "Qué industriosamente es servido Satán. Yo era entonces uno de sus activos tentadores y si mi influencia hubiera sido igual a mis deseos me habría llevado a toda la raza humana conmigo. Un borracho común o un despilfarrador es un débil pecador comparado con lo que yo era", sino que además esto produjo un arrepentimiento, pero no cualquier, arrepentimiento, cualquier ser humano consciente, se hubiese arrepentido de tales cosas, aunque en tal época luciera un crimen beneficioso y loable; pero el arrepentimiento de Newton no fue el arrepentimiento que un ser humano siente al agredir a otro de su especie; sino fue el arrepentimiento de una agresión a Dios, a la ley de Dios, por lo tanto tal arrepentimiento duraría toda su vida, este era un arrepentimiento para vida Eterna; un arrepentimiento que es fruto de la fe concedida por Dios a este hombre y como fruto final obtuvo la santificación.
Todo Cristiano verdadero, debe admirar la Gracia de Dios y como resultado de tal admiración en su Palabra, debe comprender lo que el mensaje evangélico de la gracia conlleva, pues esto es inevitable: aquel que ha sido amado, escogido y llamado por Dios, ha de apartarse del pecado en santificación, como el Apóstol Pablo a declarado en 2 de Timoteo 2:19: "Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo", este es el sello visible del Evangelio: la Santificación del creyente.
Tal fue la obra del Espíritu en John Newton, que indudablemente produjo en él, una restitución a aquellos a quienes había ofendido (siendo "rociado por la sangre de Jesucristo" y así habiendo saldado su deuda con Dios), tal fue la restitución que sumó sus fuerzas a la lucha por el abolicionismo de la esclavitud, influyendo fuertemente en William Wilberforce, quien lograría abolir la esclavitud en Inglaterra. No solo esto, sino que Newton escribiría uno de los himnos mas hermosos de la himnología evangélica, el mas conocido, tal vez por los angloparlantes, el himno "Amazing Grace" (Sublime Gracia).



"Sublime gracia del Señor
Que a mí pecador salvó;
Fui ciego mas hoy miro yo
Perdido y el me amó.

En los peligros o aflicción
Que yo he tenido aquí
Su gracia siempre me libró
Y me guiará feliz.

Su gracia me enseñó a temer
Mis dudas ahuyentó
Oh, cuán precioso fue a mi ser
Al dar mi corazón.

Y cuando en Sión por siglos mil
Brillando esté cual sol
Yo cantaré por siempre allí
Su amor que me salvó."


Este himno es el testimonio audible, de aquella hermosa historia de salvación y de santificación en un miserable pecador, este testimonio, ha sido repetido a lo largo de la historia a través de los hijos de Dios; pues es solamente en Cristo donde podemos hallar "Gracia abundante para el peor de los pecadores" (Como se titula una de las obras mas famosas del puritano inglés John Bunyan).





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